Lejos de sus primeras pinturas nos ofrece una obra despojada de todo lo superfluo en la que el propio objeto se convierte en protagonista absoluto más allá de su contexto totalmente inexistente. A lo largo de los años todo ese entorno colmado del objeto ha ido evolucionando, simplificándose, aclarándose y desvaneciéndose para terminar desapareciendo. La obsesión por plasmar la realidad de la forma más fiel ha dado paso a una técnica mucho más relajada cuyo resultado no deja indiferente. El uso de múltiples colores se ha ido depurando de forma natural hasta reducirse a prácticamente una sola gama en cada obra. El salto del negro más absoluto al blanco más puro se ha realizado despacio, recorriendo y experimentando en ese camino toda la variedad de atmósferas, y es precisamente por todo ello por lo que nos preguntamos ¿qué vendrá después del blanco?.