Armándola

Dieciocho textos (microrrelatos, pensamientos, poemas, todos ellos caracterizados por la brevedad) han sido escritos ex profeso por otras tantas autoras y autores para inspirar los cuadros de la exposición Armándola, de Armando Seijo (1971), que presenta la galería Mad is Mad de Madrid. Para abordar este proyecto de trasladar a la pintura pasajes literarios, algo que nunca había hecho antes en su larga trayectoria como pintor, Seijo empezó a trabajar con objetos que tenía por el estudio, reciclándolos, y con los que inició un proceso experimental (sobre todo lienzos, telas y retales, algunos recuperados de la calle, pero también maderas y espejos). Al haber sido esos lienzos utilizados con anterioridad, aprovechó la mancha pictórica que ya existía como elemento para empezar a imaginar. Y al carecer de marco, y tener esa característica de que alguien ha desechado y tirado semejantes superficies ya arruinadas, se planteó el proyecto con cierto desenfado, abstrayéndose así de la responsabilidad de tener que reinterpretar los textos de una larga lista de creadores entre los que se encuentran nombres distinguidos de la literatura actual en español.

A medida que se acercaba a un texto, Armando Seijo iba plasmando sobre el lienzo (o cualquiera de las superficies elegidas) la primera idea que se le venía a la cabeza, por literal o equivocada que fuera. Para ello ha tomado como referencia palabras como rata, animal sobre el que hizo ocho o nueve pruebas, o frases inspiradoras fuera de contexto que en su cabeza derivaron, por ejemplo, hacia una serie de sugerentes retratos caninos.

El proceso se convirtió casi en una obsesión, el artista se acabó aprendiendo los textos de memoria, y el reto de extraer temas pictóricos de ellos siguió el curso de la interpretación más libre, tomándolos como haikus que hubiera que exprimir mentalmente para sacar a la luz su esencia.

En ese bucle artístico y literario, Seijo ha tenido que reinventarse y hacer un ejercicio de pintura sobre lienzos pequeños en los que se ha liberado del gran formato que caracteriza su obra anterior. No se ha querido alejar, sin embargo, del que es uno de sus principales rasgos: su capacidad para producir cuadros instantáneos, frescos y directos. En sus trabajos previos ha pintado del natural, entre gente que va y viene (en parques o, una de sus más claras motivaciones artísticas, en el bar). La agitación urbana le inspira, y también lo bizarro, como en su serie de lienzos en la que modelos conspiranoicos venían a su estudio para ser retratados y le iban contando, mientras posaban, sus teorías. Escenas en los garitos, salas de conciertos con los músicos actuando, un universo performático plagado de la fauna nocturna del Londres en el que vive. Tales han sido algunas de las cartas que ha barajado de madrugada Armando Seijo. Con un posible mantra: cómo se hace un cuadro de considerable tamaño en una hora (o en un mes, o en un año, dependiendo de la urgencia de la situación dada).

En Armándola predomina la pincelada rápida, larga, de masas de colores. Una premura autoimpuesta (pues de su dominio técnico y su formación académica en la facultad de Bellas Artes de Sevilla dan cuenta obras iniciales suyas de carácter realista). Según los textos, sus interpretaciones han sido lúdicas, abstractas, divertidas, irónicas o más pictóricas dependiendo de elementos o ideas o palabras. A veces se ha servido de pies, como por ejemplo las últimas frases de los escritos.

Al incorporar estas íntimas aproximaciones literarias a su paleta, Seijo ha luchado con el hecho de tener que descubrirse a sí mismo en soledad. Aquí no había nadie que le contara, o que tocara o cantara, o que hablara en voz alta o pidiera la última copa, sino sólo palabras escritas. Lo ha resuelto por la vía quizás más eficaz, la cromática. Forzando la paleta para abrir el color, para hacer las manchas más alegres y divertidas. Colores más inmediatos, que no tienen por qué mezclarse, menos reflexivos, más íntegros, menos austeros. Traduciendo en formas lúdicas los mensajes encriptados de las palabras (como si hubieran llegado a una playa de ese Sur donde se crió dentro de una botella magullada por los movimientos de las corrientes).

Andrés Rubio

Han participado:

Natalia Carrero
Mercedes Cebrián
Manuel Cuéllar
Ana Esteban
Esther García Llovet
Marcos Giralt Torrente
Use Lahoz
Luis Magrinyà
Antonio Maldonado Muñoz
Luisgé Martín
Sara Mesa
Elvira Navarro
Andrés Rubio
Rafa Ruiz
Cristina Sánchez-Andrade
Marta Sanz
Ruth Toledano
David Villanueva