Objetos de culto

flyer-objetos-cultoJUAN VIDAURRE

Madrid, 1970. Publicista, diseñador gráfico e ilustrador.

Desde 1997 desarrolla proyectos de diseño editorial, identidad corporativa, ilustración y comunicación, tanto para empresas privadas como para la administración pública. En 2008, su trabajo representó a España en la I Bienal Iberoamericana del Diseño. Ha impartido clases de identidad corporativa y realizado talleres de ilustración objetual para niños. Ha sido invitado a exponer su trabajo en la 13ª y en la 17ª edición de los Chill Laus de Madrid y ha formado parte, como jurado, en diferentes concursos sobre diseño editorial. En 2011 formó parte de los ilustradores del III Salón del Álbum Infantil Ilustrado Ciudad de Alicante. Sus trabajos han sido publicados en revistas como Trama&Texturas, ARJ (Visual), Bloc… Tiene diez libros publicados en editoriales como Blur ediciones, Kalandraka, Ediciones SinSentido, El Jinete Azul, Oxford University Press y Anaya.

Su trabajo como artista plástico e ilustrador transcurre entre las metáforas visuales, la descontextualización y el trabajo conceptual. Mad is Mad expone en invierno de 2014 los montajes originales que han dado lugar a algunos de sus libros de más éxito; poemas visuales -irónicos, tiernos, humorísticos- que pueden recordar a maestros como Joan Brossa y Chema Madoz.

Desde 2001, su trabajo ha sido expuesto en diferentes salas y galerías destacando su presencia en ARCO 2008, en el stand del Ministerio de Cultura.

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PEDRO TORNERO

Artista totalmente al margen de cualquier corriente, tendencia o estilo. Su manera de expresarse son los muñecos. Que también escapan a cualquier formato. Él mismo explica de dónde surgen:

«Recuerdo que al cumplir los seis años, mi madre nos confeccionó unos personajes de fieltro que formaban una pequeña corte presidida por un soberano loco al que seguían todo tipo de seres antropomorfos. Mi hermano y yo nos apresuramos a bautizarlos y a otorgarles inquietantes personalidades. Les hicimos habitar un mundo imaginario y secreto, que duró hasta que la infancia se disolvió en esa sucesión de caminos que no llevan a ninguna parte que los mayores llamamos madurez».

«Soy de Albacete, y durante los años en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca (tuve la suerte de pertenecer a la emblemática promoción de 1997, cuando en clase se podía comer, fumar, traerse al perro o hacer ganchillo, y todavía no sospechábamos que pronto aquel clima de Factory de Warhol versión española se convertiría en otra de las muchas escuelas politizadas, masificadas y deshumanizadas) no aprendimos técnica, pero sí a liberarnos de prejuicios en cuanto a qué debe ser una obra de arte, y qué no. Por eso nunca digo que realizo esculturas, sino muñecos. Da igual si miden 30 centímetros o 3 metros de altura, no pertenecen a una cadena de producción, son seres únicos e irrebatibles; al terminar el proceso de uno se destruyen los patrones, y el siguiente parte de la nada. En mis viajes, cuando rastreo las ciudades en busca de telas diferentes y botones, me pregunto si realmente lo que espero encontrar es aquel lejano microcosmos, especie de paraíso perdido donde mi hermano y yo éramos dioses-adanes, y poblar el mundo de criaturas sorprendentes, tiernas, salvajes, libres y egoístas como el corazón de un niño».

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MIGUEL BERMEJO

La obra escultórica más significativa de Miguel Bermejo (Lubián, Zamora, 1952) se caracteriza por la desnudez y elementalidad; parte de una mirada sobre la intimidad sensorial común, libre de cualquier pensamiento elaborado, con los fenómenos más simples de la naturaleza que, sin embargo, generan en nosotros emociones difíciles de desentrañar. Parte del asombro ante este lenguaje enigmático, autónomo y a la vez universal que es la base de toda contemplación. Indagar sobre este lenguaje, mostrar el misterio que encierra, es la preocupación de Miguel Bermejo. Para ello retrocede todo cuanto puede, renuncia y vacía buscando los elementos esenciales y más primitivos del lenguaje de las formas.

Sus obras, esta vez en madera de chopo, que nos transportan a conceptuales mundos nórdicos, despojados de cualquier barroquismo, esenciales en su honestidad, en su sinceridad, en su presencia sin condimentos ni disfraces, parecen objetos insignificantes; sin embargo, la observación contemplativa las desvela como reveladoras de una intimidad que compartimos.

De Miguel Bermejo hay obras en diversas colecciones privadas e institucionales. Su trayectoria como artista plástico está entrelazada con su obra escrita entre la que cabe destacar Lúpulo Fernandes da Silva (Icaria, 2007) y De espaldas a nosotros (Losada, 2002).

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CRISTINA BEZANILLA

Huesca, 1965. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco. Ha realizado exposiciones colectivas e individuales de pintura, fotografía y escultura desde 1991, además de recibir varios premios entre los que cabría destacar el Concurso Internacional de Fotografía 25º Caminos de Hierro (Fundación Ferrocarriles 2011), Generaciones Caja Madrid, Bienal Internacional del Deporte de Bellas Artes, Instituto de la Juventud (INJUVE), Concurso Internacional de Piano Paloma O’Shea, Banco Santander, Mad Net y Revelar Madrid. Colabora habitualmente como fotógrafa independiente en distintas publicaciones y medios de comunicación. Ha publicado sus trabajos en revistas internacionales de arte contemporáneo como Rojo Magazine, Belio e Ingen Reklam. Acaba de ser seleccionada para participar en The Wrong Biennale Digital Art 2013, en el proyecto Homeostasis Lab.

La atracción por lo cotidiano, lo oficialmente grotesco, lo feo o lo bonito no está establecido como tal para Cristina Bezanilla. Cada pieza de su obra refleja su interés por el lado no excepcional de cada persona y de cada objeto. Su obsesivo interés por retratar cada momento de su viaje está centrado en descubrir ese matiz que nos hace sonreír, que nos comuni­ca íntimamente con un desconocido, que nos hace ver más allá del mensaje de su apariencia. Lo que a nadie parece interesar es lo que más le interesa a la autora de esta serie de cuadros, fotografías y vídeos.
Estos trabajos muestran su peculiar atracción por lo ordinario, lo corriente; re­descubre lo desapercibido y lo reconocido, vuelve a leer lo que ya sabemos para reconocernos desde un ángulo nuevo, sin complejos ni restricciones, ¿de verdad somos vulgares?

A Mad is Mad, Bezanilla trae algunas de sus últimas creaciones, de 2013, de fuertes conexiones con el street art; cables, semáforos, graffitis, señalética urbana, texturas brut, personajes pop-rock para componer mensajes directos que derriban los límites de las paredes y se proyectan hacia una ciudad universal, llena de posibilidades vitales, nocturna y underground.