11

Como cierre de nuestra temporada número 11, y antes de la exposición especial para celebrar el World Pride Madrid 2017, Mad is Mad trae los mundos oníricos de dos grandes artistas de trayectoria muy personal y reconocible, Lázaro Totem y Javier García Herrero, más la presentación del fotógrafo Miranda.

11 es además un número mágico/geométrico, cuyos trazos apenas significan una cifra, sino que nos remiten a un dibujo, unas paralelas, una torre, una autopista hacia algún sitio o hacia ninguno. Lo miramos fijamente y nos lleva a perdernos. Es lo que hemos buscado también en esta exposición. Quizá buscarnos, quizá perdernos en las ciudades y escenografías imposibles de Javier García Herrero, en construcción o en destrucción, como las figuras de Lázaro Totem, ¿descomponiéndose o recomponiéndose? Os invitamos a entrar en un universo paralelo, el 11, que no es de este mundo o tal vez sí, en un realismo surrealista, en una inquietante figuración desfigurada muy entroncada con el lenguaje del cómic. Te invitamos a hablarle a tu yo primitivo o a tu yo futuro, a entrar en otro plano, otra dimensión, en explicaciones subjetivas, en utopías, sueños, en mitologías psicomágicas, monografías urbanas y mujeres biónicas rescatadas de la exposición pública del escaparate para traerlas a la intimidad excéntrica de Mad is Mad.

Lázaro Totem

Lázaro nos presenta una muestra de su obra gráfica psicográfica realizada en dos técnicas; por una parte, una colección de piezas de su Era o etapa de las tintas sobre cartón reciclado y, por otra, una pequeña colección de sus Teatros Imaginarios, una evolución personal del collage gráfico creado a mano y montado por niveles para sugerir un trabajo en diferentes dimensiones.

La obra de Lázaro, de excelente factura técnica, de poderoso trazo, denominada por él mismo Mitología Surrealista Psicomágica, se basa en la creación de arquetipos extraídos de su propias experiencias; estas imágenes atraviesan el lado racional del observador y hablan en forma de metáfora directamente a su yo primitivo, es decir al cerebro onírico ancestral que es capaz de identificarlas según el propio estado emocional de quien lo mira.

La idea es sacar de los límites racionales a todo quien las observe; cada individuo sacará una conclusión a partir de su historia personal: ¿las calaveras son el final o, por el contrario, el principio de un ciclo?, ¿los rostros se están fragmentando o están en proceso de recomponerse?, ¿esas caras podrían ser el Ego, un cascarón que debemos abandonar, o un escudo que nos protege del mundo? Todas las respuestas llegan de manera instintiva y en forma de preguntas que podrían ser el principio de una mutación de nuestra conciencia.

Lázaro comienza su carrera a los 16 años, cuando su padre, dibujante publicista, le incorpora en su estudio para su formación en esta profesión; durante la misma, cultiva el conocimiento del arte, el dibujo y las tendencias surrealistas influenciadas por los grandes dibujantes europeos de la época, así como la fantasía y la ciencia ficción de principios de los años noventa.

Pasado un tiempo, se desvincula del estudio y comienza su carrera en solitario como creativo para, 20 años después, abandonarlo e investigar una técnica surrealista de dibujo y hacer lo que más le ha gustado, la creación de una obra “psicográfica” que sirva para comenzar a sanar.

Años de esfuerzo dan sus frutos y crea lo que el denomina su «mitología surrealista psicográfica» en la que codifica en forma de imágenes acontecimientos,

miedos, alegrías, recuerdos y experiencias extraídas de su historia personal, transforma el acto de dibujar/crear en una meditación realizando una obra emocional, y “psicomágica”, basada en arquetipos que son reconocibles por nuestro cerebro primitivo, sacando de la realidad al espectador para enfrentarse a sus nudos o reforzando sus alegrías.

Actualmente trabaja plasmando su arte como diseñador gráfico, creativo, dibujante, ilustrador, profesor, orador, tatuador de autor y aprendiz de psicomago.

«La felicidad es hacer lo que te gusta».

Javier García Herrero

En la exposición 11, Javier García Herrero propone una secuencia de imágenes creadas entre las ciudades de Buenos Aires, Nueva York, Montevideo, Córdoba (Argentina) y Madrid. Las obras (dibujo y pintura sobre papel) en ocasiones son realizadas en exteriores y a partir de composiciones fotográficas propias; en otras, se basan en estructuras, recursos y elementos incorporados desde la literatura, la música, la historia del arte, el cómic y la arquitectura.

Simultáneamente, dentro del work in progress experimental Sonografías Urbanas, comparte este proceso de investigación y reflexión en torno al lenguaje, el juego y el espacio, produciendo una serie de ensayos radiofónicos que completan el proyecto.

Licenciado en Bellas Artes (Universidad de Murcia; Universidad Nacional de Córdoba, Argentina; Accademia di Belle Arti de Palermo, Italia). Estudios de Arquitectura (Escuela Politécnica de Alicante). Actualmente vive y trabaja en Madrid, desarrollando de manera simultánea proyectos personales, colaboraciones transmedia e intervenciones específicas en espacios públicos y privados. Su trabajo ha sido expuesto en espacios como Matadero Madrid, Colegio de España en París, Galería Cannatella (Palermo, Italia), Swinton Gallery (Madrid) y CePIA (Córdoba, Argentina). Lleva a cabo talleres experimentales y conferencias en lugares como Centro de Innovación Pedagógica (Lille, Francia), Casa del Lector (Matadero Madrid), Universidad de Murcia y Fundación Hölderlin (Córdoba, Argentina).

«Las conversaciones con Javier son siempre en dos tiempos, él habla y tú escuchas o al revés. El caso es que siempre tienes la sensación de estar en otro plano. Más bien se podría decir que él maneja diferentes niveles de pensamiento simultáneamente y va entrelazando un discurso de palabras entre ellos. Salta ágilmente, como quitando importancia a lo que dice. No sé si es pudor o simplemente es que para él es fácil. Lo que es seguro es que es imposible seguirle. Pero no pasa nada, ahí está la gracia. Al hablar de sus piezas es como si te estuviera descifrando un jeroglífico: comienza el encadenamiento de “citas gráficas”, lugares, edificios, cómics, videojuegos, maestros pintores, escritores, poetas, pensadores… cada centímetro cuadrado tiene un significado y ahí está él para desvelártelo.

Seguramente se reserve su “metodología intrincada”, aunque seguro que se le escapa alguna de sus “lógicas internas” y “reglas privadas”. Él las necesita para seguir dibujando, porque su mente nunca para. Son como enunciados reinventados cada vez, nuevas pruebas o retos que le permiten avanzar y seguir construyendo: “y si ahora trabajo por turnos desde las cuatro esquinas”, “y si hago un dibujo que no esté equilibrado”, “y si hago otro escuchando esta canción”, “y si en éste solo uso colores básicos”…

Esta exposición no tiene principio ni fin, simplemente muestra un tramo de la vida de Javier a través de sus obras. Piezas que tienen múltiples capas de lectura, las que él aporta y el resto que cada cual puede inventar. Porque aquí no hay hilo conductor sino una compleja red infinita de relaciones, exactamente igual que dentro de nuestro cerebro. Por eso no están todos los dibujos que son. Él esconde cientos en los cajones de su estudio. Su incontinencia gráfica no tiene límites».

Por María Mallo (arquitecta de espíritu multidisciplinar y docente).

 

+ la presentación del trabajo fotográfico de Miranda, que convierte a maniquíes rescatadas de los escaparates en inquietantes mujeres androides, más cercanas de lo que nos gustaría, más distantes de lo que quisiéramos, más parecidas a nosotros de lo razonable.