20.02.2012

Escuela de Cebras

Tras Escuela de Cebras hay un hombre, el artista y arquitecto Raúl Lázaro, que cree en las cosas pequeñas, hechas con tiempo y con paciencia. Cree que las obras hechas así desprenden un halo invisible que te hace permanecer quieto observándolas, como queriendo descubrir mentalmente el proceso seguido en su realización, como queriendo descubrir en la cotidianidad las relaciones entre ellas y de ellas con nosotros.

Será por eso que entre sus materiales más habituales se encuentran cartones, papeles, recortes inesperados, trozos de periódicos, fotografías perdidas. Fotografía, collage, recortables, ‘pop-ups’ e ingenierí­a del papel son los medios habituales con los que trabaja.

Un proceso de reciclaje de ida y vuelta donde ya nada es lo que parece: asociaciones temporales, encuentros azarosos o recortes irónicos conviven en su trabajo.

La vida cotidiana está repleta de ready-mades para quien sabe mirar. O, como dijo John Berger, “sólo vemos lo que miramos, mirar es elegir”.

Raúl Lázaro nació en Alicante un día bisiesto, y eso marca. Tras estudiar Arquitectura en Madrid, echó el vuelo a Holanda, donde desarrolló la técnica de coleccionar, recopilar y rescatar todos los papeles, revistas y fotografí­as que se le cruzaban. Y eso no es fácil cuando vas en bicicleta. Esta colección furtiva y domesticada acabó siendo el libro Síndrome de Diógenes, un cesto de realidad personal hecha con mimbres imaginarios. De sus viajes han quedado libros de artista como La Playa o Caligrafí­as (o cómo se pliega una ciudad). Actualmente trabaja en un proyecto a caballo entre Colombia y España llamado Equipaje de Mano, un cuaderno de recortes atravesados por una ciudad

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